Debo confesarles que tenía preparado un post más adecuado para este espacio. Entre mis notas había dos ejes: cliente y modelos de gestión, un péndulo que se movería entre la confianza y la practicidad, inspirado por una experiencia profesional propia. Todo se fue al garete porque una foto impactó en mi revisión diaria de información y me dolió el alma al verla, emergiendo la rabia personal y después, con más reposo, decidí que no debía quedar en el olvido. Que no, que tendría que quedar registrado de alguna manera, que debía soltarlo para tratar de aprender de ello, para aportar un pequeño granito de arena, aunque fuera minúsculo, algo quedaría. Y decidí también que este blog podría ser el espacio apropiado para reivindicarlo.
Quizá lo sepan, si no, lo matizo; mi vida profesional y personal tienen un vínculo muy estrecho con el baloncesto. No solo como aficionado, sino también como protagonista, desde la faceta de entrenador hasta el análisis y la opinión en algunos medios. Me (ha aportado) aporta mucho en mi vida, lo sigue haciendo, y trato en todo momento de hilar este deporte-ocio-pasión con mi trabajo-oficio-pasión, que es el mundo de las relaciones entre marcas y personas.
Una foto de un “directivo”, con la rodilla en el suelo, cara desencajada, el preciso momento del gesto “fuera de sí”, dedo en modo acusador e imperativo indicando el suelo, y alrededor una mezcla de sumisión, obediencia, mimetismo, incredulidad, sorpresa y “anda ya”. El “presidente” del Hereda San Pablo Burgos, equipo de la Liga Endesa ACB, “ordenando a sus jugadores a arrodillarse ante la afición tras el descenso de categoría”. Sé que es una foto, un instante concreto tomado por el clic de la cámara sin el contexto del antes, del después y de los espacios a los lados. Pero es tan significativa.
Miré en nuestra particular referencia “El artesano” de Richard Sennett por si encontraba alguna explicación a todo ello, un argumento que me permitiera comprender la situación, como una óptica corregida puesta encima de la foto para entender algo. Repasé el capítulo de las “Instrucciones expresivas”. Busqué referencias sobre el “miedo”, rebusqué en apuntes sobre liderazgo, gestión de personas, compromiso, responsabilidad y trabajo en equipo, miré en este blog si había referencia alguna, en los blogs de mis compañer=s de esta red. Nada había que atinara el campo de la lógica y la razón. Solo las emociones aparecían, las que me daban explicaciones desde diferentes puntos de vista, leía entre el ruido que retumbaba en las redes, a favor y en contra. Pero ahí estaba el momento, la foto, el gesto, la rabia, lo incomprensible, en todo caso.
Me hago preguntas que tienen que ver con las tomas de decisiones, con esos momentos críticos, donde decides escoger una dirección sin intuir las consecuencias, pero sabiendo el proceso que debe llevar para llegar a algún sitio “exitoso”, para el grupo, para un= mism=. No es fácil tomar decisiones, lo sé, lo saben ustedes, pero precisamente por eso tratamos de ir aportando información y puntos de vista suficientes para decidir ese “por aquí”. Tengo la sensación de que muchas de aquellas decisiones tienen que ver con este resultado final, con ese chillido en forma de orden medieval, del “aquí mando yo” y cosas así.
Me hago preguntas sobre las relaciones entre personas, sobre las jerarquías, las conversaciones, las complicidades y la asunción de responsabilidades en cada una de las partes que conforman un grupo. Veo unas fotos de Jurgen Kloop, entrenador del Liverpool, momentos antes de la tanda de los penaltis en la final de la FA Cup. Veo que va jugador a jugador, tomando la decisión de tirar ese penalti abrazando a cada jugador, hablándole a los ojos, sonriendo y animando; reúne después al grupo y no sé la conversación, pero por eso tan importante que reconocemos como comunicación no-verbal, vemos cómo el grupo se alimenta y se refuerza. Ganan la final. Sé que cada día en estas relaciones es importante reconocer qué se da entre la diversidad de las personas, cómo es posible alinear egos individuales con objetivos colectivos. Es la tarea más complicada del “líder”. Alinear, personalizar, defender al colectivo dando herramientas a cada persona, ilusionar, marcar el camino, mostrar con la práctica y el ejemplo.
Me hago preguntas sobre las emociones, la importancia de los contextos, pasiones y personas. Leo a Xavier Marcet decir que “sin pasión no pasa nada; las empresas necesitamos resultados para sobrevivir, pasión para derrotar a nuestras inercias y compasión (empatía + acción) para acompañar a las personas”.
Sin pasión no pasa nada
Las empresas necesitamos resultados para sobrevivir, pasión para derrotar a nuestras inercias y compasión (empatía + acción) para acompañar a las personas, hoy en @LaVanguardia pic.twitter.com/3E4fhYj3s7
— Xavier Marcet (@XavierMarcet) May 15, 2022
Vuelvo a mirar la foto y sigo sin comprender nada, trato de ponerme en el lugar del “presidente”, 10 segundos antes de tomar esa decisión y no sé qué decirme. Ni siquiera sé la pregunta y menos la respuesta, porque no estoy allí. Leo a otro profesional del deporte.
No se debe pedir perdón cuándo se pierde si has sido un buen profesional. Menos aun obligar a hacerlo por parte del que toma decisiones. Bien es verdad que tampoco se deben tomar decisiones si no se tiene ni idea.
— Pedro Martínez (@pedroma2014) May 15, 2022
Vuelvo a aquella idea de “Las siete lámparas de la arquitectura” de John Ruskin, y me reafirmo que debería ser siempre así: sacrificio y dedicación, la verdad y la dificultad, resistencia y ambigüedad, poder y los patrones antes que la voluntad ciega, la belleza en el detalle y el adorno; la vida y la energía, la memoria y el proceso antes del dominio, y la obediencia como el ejemplo de la práctica.
Siento que necesitamos otra manera de mirar nuestros proyectos, que necesitamos liderar nuestros equipos de otra forma, incluso de sentirnos parte de esos equipos para propiciar que “pasen cosas” buenas para el colectivo, siento que tenemos que compartir para alinear, siento que tenemos que conversar más para conocernos mejor y responder mejor.
Es cierto también que han llegado las disculpas, que incluso miembros de la plantilla le dan cierta cordura al momento, tiempo después. No sé. Siento aprovechar este post para no sé si denunciar un gesto, una milésima concreta de segundo, pero que nos pueda abrir los ojos y mirarnos hacia nosotr=s mism=s para que sigamos propiciando otras maneras de hacer.
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