Recuerdo mi primera “aparición” en el entorno de la Consultoría Artesana. Fue a finales de enero de 2011, en un nuevo ciclo vital personal y profesional, en un encuentro que se llamó “Todo por la pasta”. Por aquel entonces cuando escuchaba y leía sobre la existencia de una nueva manera de entender la consultoría, junto a una palabra que no me encajaba a priori en ese término como la “artesanía”, además de provocador me resultaba curioso y al mismo tiempo con admiración hacia las personas que co-protagonizaban aquellas reflexiones, aquellos textos en sus blogs, aquellas conversaciones que tenía con algun=s de ell=s. Me preguntaba “¿seré consultor artesano en algún momento de mi vida?”.
Leí “El artesano” de Richard Sennett –en realidad lo he leído ya tres veces–. Siempre encuentro una nueva mirada inspiradora para mi trabajo, me surgen preguntas que me obligan a encontrar respuestas. Me mantiene vivo y activo y siento más que nunca que este enfoque nos ayuda, y ayuda mucho en nuestra tarea diaria con nuestros proyectos (incluso personales). Consultoría y artesanía no las entiendo sin estar unidas y siento también que aún queda mucho por hacer en el futuro. Y parte de este futuro es seguir no sólo ejerciendo sino sobre todo transmitiendo.
Muestro con orgullo el símbolo que nos identifica como #redca. Lo incluyo en mis proyectos. Digo con alegría y sentido, “sí, soy consultor artesano”. Sigue habiendo personas que piden una pequeña explicación; simplemente respondo: “trabajemos junt=s”. La práctica nos define, pero también nuestras reflexiones, nuestras preguntas, nuestras metodologías personalizadas a cada proyecto, nuestros talleres, nuestras sesiones “formativas” para aglutinar equipos y personas y conceptos; nuestros prototipos, nuestra manera de entender los tiempos, la complejidad, los matices y sus límites, la sencillez, nuestra escucha, nuestro trabajo hacia la transformación, hacia el cambio, nuestra apuesta firme por la acción basada desde la reflexión y la conversación entre personas.
Escuché hace unos días a una colega una breve explicación de la diferencia entre oficio y profesión –podéis escucharla/verla en este link–, referida al mundo del diseño que me hizo pensar sobre ello. “El artesano” de Sennet es una excelente descripción y relato de lo que es un oficio, explica con detalle esa labor que une aprendiz-oficial-maestría. Una extraordinaria manera de entender cómo llegar a la obra, mediante la sensibilidad del artesan=, y la técnica que se aprende generalmente por repetición, por una manera de hacer y un cuidado extremo de la obra final. Esa explicación nos lleva a pensar en nuestra actividad y así es. El proceso, el mimo en el detalle, ese cuidado del presente está precisamente presente en nuestro día.
Por otro lado está la explicación de lo que es una profesión. Una profesión, que viene de la palabra “professio”, “pro”, avance” y “fessio”, efecto, tiene que ver más con un movimiento que provoca, como dice en esa explicación. Tiene la profesión, más que ver, con avanzar, cambiar, proyectar, idear. La profesión, que también tiene que ver con solucionar problemas de personas, quizá explora nuevos problemas que habitan en lo desconocido. No es tanto esa repetición como del oficio mas bien con los conocimientos que tienes, y nuevos que debes adquirir sobre precisamente lo humano, poder llegar a resolver esta nueva problemática.
Esta diferencia entre oficio y profesión la llevé a nuestra disciplina de la consultoría artesana. Personalmente he expresado en más ocasiones que estamos en un oficio, por esa precisamente labor de mimo y de la obra, del proceso que llevamos a ella, pero es cierto también que “nuestra obra” tiene también una clara orientación transformadora, hacia el cambio, hacia una nuevo efecto que queremos lograr con nuestra intervención en las personas y en las organizaciones. Ambos términos están presentes, oficio y profesión, ambos, creo, juegan un papel importante en nuestro trabajo diario, y en nuestra manera de entender la relación que tenemos con nuestros proyectos y nuestros clientes.
¿Oficio o profesión?, me pregunto en estos momentos. ¿Podemos escribir sin temor a equivocarnos en esos formularios que nuestra profesión es la “Consultoría Artesana”? ¿O es más bien algo que ejercemos como tal sin más? ¿Cuánto tenemos de oficio y cuánto de profesión?
Foto de MARIOLA GROBELSKA en Unsplash.
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