Isabel Iglesias
Consultora, centrada en el análisis estratégico y en el diseño y dinamización de proyectos. En 2009 el audiovisual se cruzó en mi camino y, desde entonces, desarrollo parte de mi actividad profesional como guionista y productora, uniendo cine e investigación para contar esas nuevas realidades por descubrir. En mi código genético: el uso estratégico de la información, la potencia del audiovisual y el experimentar nuevas realidades.
Blog personal: enPalabras
Aunque parece que fue ayer, ya ha pasado una década desde que me adherí a la declaración que define el espíritu de esta casa. Y a pesar de que cuando la leí por primera vez ya llevaba un tiempo de conversaciones blogueras con dos de sus fundadores, recuerdo el sabor agridulce que me dejó su lectura porque, al tiempo que me identificaba con sus principios, no dejaba de pensar en las inseguridades y tropiezos que me hubiera ahorrado de haberme encontrado antes con “aquellos seres galácticos”. Porque no era sólo lo que decían en la declaración, sino lo que ya había podido comprobar que hacían.
Encontrarme con las personas que conforman esta red y con su manifiesto, hizo que dejara de importarme el contraste con otras opciones de consultoría con las que a menudo he coincidido, y sigo coincidiendo, en el espacio y en el tiempo. De hecho, dejé de “verlas” hasta que, en 2016, mi otra actividad en el ámbito cultural y social me llevó a vivir la consultoría “desde el otro lado del espejo”.
Si ya para las empresas no es sencillo conciliar los proyectos con el lenguaje institucional, en el marco de las asociaciones la cosa se complica, porque la rigidez de los conceptos y los interminables procesos burocráticos no encajan con la cultura y lo social, pero este es otro debate, mejor retomo el hilo de lo que quería decir.
En los últimos cuatro años, he podido comprobar cómo lo complicado puede llegar a ser casi imposible cuando entra en el juego una consultora que ha ganado el concurso de turno para la gestión de la convocatoria de un programa cultural. Tal y como están las cosas, seguramente lo ha conseguido por precio, y se nota porque tienden a llegar pisando fuerte y, en lugar de escuchar, el panorama se llena de profesionales junior que tienen que demostrar que trabajan mucho. Y es ahí cuando empieza el proceso de estandarización: se hacen formularios específicos para todo, hay que trocear cada parte de la actividad, los días y las horas, establecer códigos, contabilizar las discapacidades… Y todo esto a priori, antes de saber si vas a obtener esa financiación y cuándo, qué personas se van a apuntar, si vas a necesitar 5 ensayos o 25, etc.
Yo llegué a este ámbito con mi bagaje profesional y reconozco que me cuesta ser observadora y sufridora de estas metodologías y procesos, sobre todo viendo que apenas hay quejas en público, no vaya a ser que…
Por deformación profesional, desmenuzo con mucha atención los textos legales y los informes, tratando de descifrar lo indescifrable y de sortear las contradicciones que contienen. Y siempre termino haciendo mapas mentales para poder adaptar un proyecto sin que pierda su esencia.
Sin embargo, si algo nos ha demostrado la pandemia es que la cultura se abre camino, pero dudo que muchas de estas iniciativas hubieran pasado los criterios de selección y los test de innovación sobre el papel.
Por supuesto, soy consciente de que se necesitan criterios e indicadores para evaluar los proyectos, pero estos no pueden ser nunca contradictorios con los valores que un programa dice defender. Y sí, ya sabemos que es más fácil el recuento que la reflexión, pero convendría no confundir los avances con las estadísticas.
P.D.: Gracias Manel, por tu invitación a participar como firma invitada. Gracias Manel y Julen, por apoyarnos y compartir nuestros desvaríos en este ámbito de lo cultural y lo social 😊
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La frase con la que terminas este artículo [“Por supuesto…] es para mí la consecuencia de una trayectoria profesional, completa, compleja y diversa por parte de alguien que sabe desmenuzarla y evolucionar con ella.
Coincido absolutamente contigo en que la métrica no es el fin y que sólo es útil si sirve a comprender algo superior, que la transciende y afecta a la vida de las personas. La realidad es aquello que percibimos, pero lo que percibimos está limitado a los mecanismos mediante los cuáles creemos capturar esta realidad. La sabiduría no consiste en otra cosa que comprender que nuestra realidad no es el todo, aceptarlo y actuar en consecuencia con humildad.
Te estoy muy agradecido con lo que he aprendido con vosotros a lo largo de estos años, Isa, muchos años en los que hemos conversado de consultoría y artesanía…creo que desde el inicio…de ahí mi gratitud por que aportes a este espacio.
Un abrazo
Gracias Manel, tu comentario me ha hecho recordar lo mucho que me lleva aportado en estos años la conversación contigo, una conversación en la que muchas veces hemos recreado el proceso de la duda. De hecho, has puesto palabras a un aspecto que últimamente me ocupa tras haber podido observar la consultoría desde el otro lado del espejo: “lo que percibimos está limitado a los mecanismos mediante los cuáles creemos capturar esta realidad”.
Creo firmemente que la mayoría de las personas tenemos voluntad de hacer las cosas bien, pero algo se tuerce en el camino, así que esa limitación en los mecanismos de percepción parece una clave importante. Cabría pensar que una situación como la actual nos acercaría a un nuevo punto de partida, pero los mecanismos son poderosos, aunque no infalibles… Tendremos que enfocar la atención en esas nuevas fronteras que la realidad nos ofrece.
Un abrazo 😊
Gracias, Isabel, por pasarte por esta casa, y compartir tu experiencia y perspectiva personal. Entiendo lo que frustran los «procesos de estandarización» con que se pretende gestionar el trazo grueso, menospreciando los matices. Eso duele e irrita. Comparto en gran medida lo que comentas, y la forma en que lo haces. Un saludo!!
Hola Amalio. Siempre es un placer compartir los espacios de redca, y un reto ser capaz de aportar a la riqueza de vuestras reflexiones.
Lo cierto es que estar situada al otro lado me ha aportado una visión más completa y me ha permitido comprobar, de primera mano, lo perjudiciales que pueden resultar determinados enfoques y prácticas. Y no me refiero sólo al efecto sobre los proyectos sino, principalmente, a la pérdida de ilusión de las personas que participan en ellos. He visto cómo iban cayendo por el camino iniciativas realmente enriquecedoras, y no nos podemos permitir el lujo de desperdiciar y precarizar semejante capital social.
Mi faceta consultora me dice que parte del problema está precisamente en confundir la necesidad de simplificación con la estandarización, porque lo que se consigue es justamente lo contrario. En el caso de la cultura y de lo social, saber leer los trazos gruesos suele ser inspirador para otras realidades posibles a las que, curiosamente, se suele aludir en la misión y principios que figuran en los preámbulos de las convocatorias.
Gracias por tu comentario, Amalio. Un saludo!