Daniel Suárez
Soy Econologista, Co-fundador, CEO y Chief Exploration Officer de Zapiens Technologies S.L. la empresa social de gestión del conocimiento. ¡Ah! También soy fundador de la primera desaceleradora e incubadora orgánica de España – la freehouse – e impulsor de más de 15 startups, entre las que destacan: Bendita Llave, Rural Talent, So!Miedo y OkTicket. He sido co-autor del libro «Sócrates y la Econología», donde he recogido mi visión filosófica sobre una gestión más orgánica de las empresas. Trabajo como profesor en diferentes instituciones, entre ellas el Instituto de Empresa, la Universidad de Oviedo o la Nave Nodriza donde comparto aprendizajesy exploraciones de mi vida profesional. Me suelen llamar para participar en conferenciante sobre temas diversos que van desde la AI, el futuro del trabajo, el emprendimiento, etc.
¡Hola! Igual no te conozco o quizás sí que he tenido el placer. En cualquier caso, quiero compartirte este post donde he dejado algunos de los pensamientos que pululan por mi mente sobre la consultoría artesana.
Te aviso, el texto que tienes ante ti es fruto de mis momentos de reflexiones bajo la ducha tras un taller, mis tiempos de contemplación de las montañas asturianas tras conversaciones con equipos de trabajo de empresas diversas… Por tanto, cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.
Érase una vez o mi entrada en la consultoría artesana
Mis primeros roces con la consultoría artesana fueron allá por el siglo pasado. No me entiendas mal, soy un viejoven. Contaba yo con 27 primaveras cuando tuve el primer trabajo por mí mismo que me llevó a convertirme en un recién estrenado consultor artesano. Por aquella época, mi padre me regaló el libro Soy consultor (con perdón).
Como la creatividad me rezumaba por todos los poros, decidí que mi consultoría se tenía que llamar COONTIGO porque, literalmente, nos metíamos en el barro o en los marrones que nos hacían llegar nuestros clientes para acompañar en su solución/limpieza.
De esa época, dos de los muchos aprendizajes que guardo son, por un lado, la necesidad de empatizar con la o el cliente. Y, por otro lado, el hacer que tu cliente sienta que formas parte del equipo pero de una forma independiente, con autonomía y libertad, ya que tu trabajo no depende 100% de ella. Adoptando este posicionamiento, puedes decirle a tu cliente lo que no le gusta escuchar y otras personas tienen miedo de comentar.
En aquellos tiempos, de barba lampiña, recuerdo el peso que otorgué a cuatro acciones, que aún hoy considero fundamentales si te dedicas a la consultoría handmade:
- Observación del problema
- Escucha y empatía
- Transparencia total y real
- Política de implantación
Además, poco a poco, fui descubriendo las tripas de uno de los principales problemas con los que conviven las organizaciones, que es la escasa tangibilización de las mejoras o el coste, en tiempo, recursos, cultura y fe para implementarlas. Así, he visto cómo las mejoras se dicen pero hacerlas conlleva algunos extras que no todas las empresas están dispuestas a generar e invertir, dentro de una línea temporal a corto o medio plazo.
Consultoría artesana & Consultoría a gran escala
Podría brindarte más de diez, veinte o cincuenta argumentos (… bueno, quizás me he venido arriba) que te ayudasen a decantarte por un tipo de consultoría u otra pero prefiero compartirte mi definición de cada uno de estos dos tipos de consultoría, la artesana y la de gran escala, para que te sientas libre de elegir la que prefieras.
La consultoría artesana se caracteriza por llevar a cabo un intercambio de conocimientos entre dos partes, con el objetivo de solucionar un problema sencillo e implantar dicha solución. Desde la cercanía, la objetividad, la honestidad y la transparencia.
Mientras que la consultoría a gran escala es un negocio en el que se intenta justificar decisiones que otras personas o entidades no se atreven a justificar.
Mi elección, si me conoces un pelín, está bastante clara. ¿Con cuál te quedas tú y por qué? Me interesa saber tu respuesta (me la puedes dejar en los comentarios de este post, si te apetece).
El salto con tirabuzón a la piscina de la consultoría artesana
Si estás pensando en ponerte el bañador, el trikini o lanzarte a pecho descubierto en el mundo de la consultoría, para mí lo más importante es que te atrevas y que tengas confianza (deja tu miedo al lado de la toalla). Confía en que tienes algo que compartir, por ejemplo un conocimiento que puede ayudar a las demás personas. Si no es así, créeme, es mejor que no te mojes, puedes quedarte tomando el sol (con protección solar), que también se está muy bien ;).
Ahora tengo que sacar sí o sí el eslogan: “el conocimiento compartido es mucho más divertido”.
El mayor problema que surge a la hora de lanzarse a esta piscina de la consultoría artesana es el “síndrome de la o del farsante”. ¿Te ha pasado alguna vez? Es decir, ¿has sido incapaz de verte ayudando a otra persona? O ¿has considerado que tu conocimiento no es lo suficientemente válido?
Tras el “salto” (con más o menos piruetas y una entrada más o menos limpia en el sector de la consultoría artesana) resulta vital que te pongas a medir resultados de manera objetiva y que te metas “de corazón pero con conciencia y conocimiento” a ayudar a tu cliente.
Ahora mismo, me surge un dilema, quizás lo primero que tendría que hacer una persona que quiere ser consultora es no serlo. Sí, sí, has oído bien, empezar por no ser. Para eso sería necesario que se dedicase a construir algo de verdad y después de haberlo hecho, que hiciese consultoría. ¿Cómo te parece mi propuesta? ¿Le encuentras el sentido?
El look de la persona consultora artesana
Empiezo con una frase que seguramente ya habías sobreescrito mentalmente. No existe un único perfil de consultora o consultor artesano.
Cualquier persona podría ejercer ese rol profesional. Eso sí, siempre que quiera aprender mientras ayuda a equipos en su transformación.
Obviamente, esa persona X también tiene que contar con experiencia real y práctica pero no como consultor o consultora sino como persona creadora y por qué no, también creativa. Os contaré un secreto, personalmente no me gustan las personas que únicamente se han dedicado a la consultoría desde tiempos inmemoriales… y ahí lo dejo (perdonadme aquellos y aquellas que por circunstancias varias así lo habéis tenido que hacer; cada caso tiene sus intríngulis).
La consultoría es una escuela preciosa. ¿Qué por qué?… pues porque te pagan por aprender (ahí es nada). Además, normalmente se valoran los perfiles que cada persona se ha ido creando gracias a su experiencia (aquí os remito al post de Amalio de hace unos días donde hablaba de lo que aporta los años de trabajo en este mundillo).
El kit de consultoría artesana
Llegados a este punto del post, puede que te preguntes ¿dónde quedan las herramientas útiles y con propiedades mágicas del consultor o consultora artesana? Pues no voy a hablar de tecnologías o de herramientas varias tipo Canvas, mapa de empatía, etc. como igual te estás imaginando.
Una persona que se dedica a la consultoría artesana tiene que conformar su kit de trabajo con las 3Cs: cerebro, corazón y co… (voy a traducir la última palabra por valor o perseverancia que igual estás en horario infantil). Estas tres herramientas, que tú puedes cultivar y cuidar, tienes que intentar que estén alineadas para que tu consultoría sea de calidad.
¡Ah! También te recomiendo un libro de cabecera o de compañía perenne que tendrías que tener marcado con subrayador y lleno de notas y pósits. La lectura en cuestión es: Antifrágil: las cosas que se benefician del desorden.
Una persona en la que mirarse
¡Aix! Siempre es difícil escoger a un único ser humano y profesional para ponerlo de ejemplo a seguir y en este caso la elección se me dificulta… y mucho.
Así que, dejando claro que en el campo de cultivo de la consultoría artesana española son muchas y muchos los que están haciendo un trabajo de diez, en este texto os presento a Ramón Romero de BeForGet. Él es uno de los profesionales artesanos que recomendaría sí o sí conocer (igual si le invitas a un café virtual puedes conversar con él unos minutos, por probar no pierdes nada ;). Los componentes que hacen de él un verdadero artesano en el mundo de la consultoría son: su ética, sus valores y su autenticidad.
La empresa te quiere a ti
Como buen consultor o consultora artesana, que me consta que eres, ¿no?, tienes que saber que una empresa te necesita para poder verse a sí misma desde fuera y tener una visión objetiva crítica y subjetiva externa de sí misma.
Además, al aumentar su consciencia, mejora su gestión. No olvides que una empresa es una realidad intersubjetiva y multidisciplinar. Por lo tanto, se tiene que poder verse desde diferentes puntos de vista. De algún modo, y permitidme el símil, una consultora o consultor externo actuaría como un chip de mindfulness de la organización que le permite autoexplorarse para evolucionarse.
¡Hasta luego! 🙂
Cierro este post, comentándote que te espero en Somiedo, tierra de osos, cachopos, proyectos y donde la brisa huele a consultoría artesana.
Nos encontramos en la nube o en algún evento en directo (salúdame, que siempre me gusta poner cara a las personas).
¡Un abrazo!
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Gracias, Daniel, por pasarte por esta casa a compartir tu visión fresca y animosa sobre la consultoría artesana. Es bonito encontrarse con gente que hace cosas parecidas y las cuenta de una forma tan gráfica. Se agradece también el desparpajo. Es bastante probable que las cosas se entiendan mejor así, como tú lo has contado. Estoy de acuerdo con casi todo, incluyendo eso que dices de que no te gustan los profesionales que solo se han dedicado a la consultoría y no han hecho otra cosa en su vida 🙂 ¡¡seguimos compartiendo!!